martes, 1 de julio de 2008

DEFLACION


Es la caída generalizada del nivel de precios de bienes y servicios en una economía. Es el movimiento contrario a la inflación.
Esta situación
económica en que los precios disminuyen es producida por una falta de demanda, y es mucho más peligrosa y temida por los Gobiernos que la inflación.

La deflación puede desencadenar un círculo vicioso: Los comerciantes tienen que vender sus productos para cubrir al menos sus costos fijos (entendiendo que el precio ya no alcanza para pagar los costes variables), por lo que bajan los precios. Con precios bajando de forma generalizada, la demanda se disminuye más, porque los consumidores entienden que no merece la pena comprar si mañana todo será todavía más barato.

En la inflación, sin embargo, ocurre todo lo contrario, dado que los consumidores prefieren comprar antes los bienes de larga duración, para anticiparse a subidas de precios.
Dado este círculo vicioso, la deflación se convierte en causa y efecto de la falta de circulación del
dinero en la economía, porque todos prefieren retenerlo.
Al final, la economía se derrumba, dado que la industria no encuentra salida a sus productos y sólo consigue pérdidas.
CAUSAS
Se suele decir que la causa de la deflación es que existe demasiado poco dinero para comprar y que eso
provoca la caída de los precios pero esta es una explicación sesgada. En realidad, que haya poco numerario puede ser una de las causas posibles pero no la única. Si es así, bastaría con que las autoridades monetarias inyectaran liquidez al sistema para que el problema se resolviera.
Por regla general, lo que ocurre es algo más complicado. Incluso cuando la causa es simplemente que hay demasiada poca liquidez en el sistema, eso suele ser expresión de un problema adicional. Es lo que ocurre en
Japón, donde el sistema financiero se encuentra en una crisis profunda o lo que puede ocurrir si en realidad no es que haya poco dinero sino que éste se destina a usos especulativos, a mercados que nada tienen que ver con la producción de bienes y servicios. Cuando esto ocurre, aunque se inyecte más liquidez no se soluciona nada porque el dinero adicional no se destinará a aumentar el empleo y la demanda a través de créditos al consumo la producción. Incluso puede agravar la financiarización que esté detrás del problema que se quisiera resolver.
Cuando se trata de una deflación ocasionada por insuficiencia de la demanda el problema no es menor. Si se quisiera resolver habría que fortalecer sobre todo las rentas salariales, que son las que se destinan en mayor proporción al consumo y pueden tirar hacia arriba de los precios.
Pero esto alteraría la lógica distributiva dominante y seguramente establecería un precedente en el reparto de la riqueza y los ingresos que los sectores sociales más poderosos, que financian y protegen el pensamiento más influyente, no aceptarían de buen grado.
Si lo que está produciendo la deflación es un exceso de
oferta hay también dificultades considerables para afrontarla. O bien se recurre a aumentar la demanda, lo que no siempre es posible o deseable como acabo de señalar, o bien hay que provocar una importante reestructuración que implicaría la disminución de empresas pérdidas de empleo e inversión, es decir, nuevos problemas de demanda. Estas dificultades son las que explican que en las situaciones históricas de deflación haya sido necesario llevar a cabo actuaciones muy contundentes para salir de ella: masiva intervención del Estado en contra de los postulados teóricos dominantes o, simplemente, conflictos bélicos que absorbieran la sobre inversión existente y abrieran nuevos mercados a la oferta.

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